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CORAZON DE RADIO

Navegando por el ancho río de la misteriosa vida. La humanidad cándidamente viaja en muchas corrientes. Cada quien a su manera, en su bote o en su barco; las personas, familias y sociedades. Cada quien tiene su medio de transporte y cada quien su modo, de manera particular. Y sin duda algunos, van nadando o flotando, a veces ensimismados otras preocupados, sin más recursos, que su afanosa voluntad y su grado de conciencia.

Viajan personas solas o personas agrupadas en familias o sociedades de diversos tipos e intereses, viajan con sus costumbres y sus hábitos, normas de vida, normas arcaicas o civilizadas.

La familia como célula social, entendida como la organización humana, que permite mantener el mayor grado de armonía, preservando la estabilidad física, emocional y económica de los individuos que la integran, en donde cada uno tiene un rol y una posición para mantener ese equilibrio. Cada uno tiene que remar, de acuerdo a su reglamento de vida, escrito de común acuerdo, acuerdo tácito o con valores entendidos.

Así, orientados o desorientados transitan hacia su destino, decidiendo lo que a su entender será benéfico, muchas veces de forma imprudente o negativa. Sin considerar la posición que tienen en el momento, de acuerdo a sus recursos e identidad humana. Para saber en donde están y quiénes son, para tener claridad, superarse y lograr metas precisas. Convendría contar, con una brújula especial para ubicarse en tiempo y espacio, y a partir de ello avanzar, pero con la justa convicción de continuar navegando con atención, dar seguimiento a sus actos, con el corazón y la razón. Esa orientación justamente, debe ser acordada en la moral, precisando los límites y no tener el problema de encontrarse con remolinos o corrientes intempestuosas, que destruyan toda posibilidad de superación. Lo que ocurre cuando nos salimos de los límites morales, y nos encontramos en el ámbito legal, que la generalidad desconoce y es incierto, porque hasta los mismos juristas, reconocen que muchas leyes son inhumanas y su espíritu es corrupto. Entonces hay que entender que, la moral y la buena conducta no son una carga, tampoco escenario fuera de moda, son una protección ante un mundo perverso, inhumano y complejo.

El saber vivir y navegar con satisfactoria felicidad, para lograr nuestras metas, es una muestra de voluntad, atención y esfuerzo. Y no esperar ser felices o transitar en esta vida con alegría, hasta que logremos nuestras metas. Sí, habrá momentos, en los que hay que reflexionar y reorientar nuestros planes, para seguir en esa ruta de la alegre convivencia familiar o social. Sin prejuicios falsos y faltos de entendimiento, esperando que cada paso que hagamos, sea calificado por otros. Sin duda que debemos de tomarnos el tiempo para evaluar las acciones que hemos realizado, pero no para juzgarnos o juzgar a los elementos que van en el mismo barco y crear desanimo y desaliento. Las experiencias nos guiaran a mejores corrientes y nos darán más ánimo para seguir en esta lucha con alegría, logrando el bienestar.

Cuando se está muy pendiente del fracaso, porque no hemos obtenido el éxito inmediato, ante nuestro miedo y desconfianza. No nos damos cuenta que los logros, merecen un esfuerzo continuo y coordinado, si no, los resultados no aparecen, muchas veces ya hemos llegado a la meta, pero ante la falta de confianza no la vemos.

Como ejemplo; gocemos de las rosas, no de sus espinas. No podremos admirar y valorar la belleza de las cosas y el éxito, si nos enfocamos en el miedo a espinarnos, con el simple hecho de saber que están las espinas. Así las cosas malas siempre estarán como fantasmas, pero no nos deben inquietar y hacerlas reales, cuando nosotros estamos enfocados en el disfrute de las flores. Por ello, se debe navegar con precaución, prudencia y atención, con tenacidad y con humildad, entendida esta, como la moderación.

En la medida que conozcamos nuestros recursos y tengamos la capacidad para administrarlos, siempre con la fuerza de la voluntad y el ingenio positivo, el resultado será más eficiente y eficaz.

Todos queremos resolver las situaciones de manera fácil. Quisiéramos un genio o bien una varita mágica. Ello lo aprovechan los vivales y perversos, no seamos tontos, para que haya resultados se necesitan acciones, con esfuerzo. Conozcamos la naturaleza humana, no nos confundamos, así como lo virtual, no es lo real. La tecnología y la ciencia son herramientas, para ayudarnos a lograr resultados favorables, los seres humanos no somos herramientas o esclavos de la voluntad de la inteligencia artificial. La misma es limitada, nunca podrá tener las facultades de un humano, porque se tendría que conocer a la humanidad entera, hasta los que no han nacido. Cada quien tiene su percepción personal del mundo, nadie puede ayudarnos en todo, solo en parte. Por ello lo importante, es que uno mismo, le de seguimiento a nuestras acciones.

Así viajando agradablemente con conciencia y razón, en lo relativo a nuestra salud; física, mental y espiritual, entendido lo espiritual no nada más, como lo religioso, sino la esencia humana, el alma; pobre, miserable, mediocre o grandiosa. De ahí parte nuestra visión de las emociones, en función de esa frecuencia baja o alta, percibimos el mundo. Y ello es importante para precisar el juicio y la toma de decisiones. Entonces alimentemos nuestro espíritu, con la contemplación del verdadero arte, de la belleza humana física y espiritual, y de la inconmensurable belleza de la naturaleza, y de lo sublime de Dios. De manera personal, siempre debemos buscar ese equilibro emocional con sentimientos humanos y firme convicción. Con esa armonía se logra vivir con alegría y obvio bienestar. Seleccionemos lo positivo, alejémonos de los malos hábitos, lo falso y lo toxico, sea comida, personas, información o ambientes.

Busquemos lo bueno, útil y verdadero. Partiendo del respeto a nosotros mismos, la familia y la sociedad. Ello nos facilitará el viaje, el ejercicio de los derechos humanos en el sentido ético-practico, no político, que está desvirtuado. Porque la moral, es la base que nos permite la salud y la convivencia social.

La educación social, que en estos tiempos se ha despreciado, es el ejercicio cotidiano de las reglas de convivencia. Y sus valores básicos; el respeto, el compromiso, la lealtad, la honradez, la gratitud, la tolerancia, la solidaridad, la amistad, la generosidad, la humildad, la misericordia y la bondad, entre otros. No sólo protegen, sino que animan y enriquecen el espíritu. Un alma fortalecida y templada, está preparada para afrontar las vicisitudes de todas las corrientes; peligrosas, malignas, falsas y difíciles de la vida. Así como aprovechar con acierto las corrientes claras, benignas y alegres.

Estar enfocados en los valores, aún en las tormentas, tempestades, heladas, ambientes tórridos y terremotos, permite salir adelante. Pero siempre con bondadosa inteligencia. No olvidemos que siempre hay “sorpresas”, piedras y agresiones o alabanzas exageradas. Que tienen el propósito de hacernos perder el equilibrio emocional. Pero ello, no nos debe distraer, si tenemos claros nuestros propósitos para seguir adelante en la ruta ya trazada.

También dentro de esas situaciones difíciles, pueden presentarse situaciones en las que hay soberbia, ilusiones y agresiones de otras personas sin ética, que se encuentran afectadas o frustradas, que tienen un alma contaminada, que necesitan un apoyo especial, pero que no está en nosotros apoyarlos, ellos deben tener conciencia, para reorientarse apoyados en sus seres queridos. La mejor manera de ayudarlos, es no alimentar sus falsas expectativas y no llevar una falsa relación, que los seguirá dañando a ellos y a nosotros nos embarcará en situaciones complejas y destructivas.

Partiendo de esa situación toxica, no califiquemos como ciertos, el falso éxito, la falsa fama o los falsos méritos, que tienen como único pedestal de competencia el dinero. Esa distracción fomenta la envidia, ambición, codicia, rasgos degradados de la naturaleza humana. El dinero no es suficiente para una toma de decisiones correcta y útil, en esta vida siempre se están tomando decisiones. No nos engañemos y que no nos engañen, el premio se obtiene a través del esfuerzo, no es un acto de magia, aún con todo el dinero del mundo no cambiará nuestro carácter y nuestra esencia, si no hay educación y conciencia positiva, no obtendremos resultados ciertos y satisfactorios, los que nos den felicidad, lo falso no crea felicidad, corrompe el alma y degrada los sentidos, afectando el cuerpo y nuestras relaciones.

No destruyamos nuestro futuro vendiendo nuestra alma al diablo o a inútiles. Despertemos, debemos darnos cuenta del potencial grandioso, que Dios nos ha dado, empezando por la vida y el hecho de vivir en un planeta maravilloso.

No carguemos el equipaje del diablo, con su oscuridad e ignorancia, en esas profundidades del río; ambiciones, tristezas, codicias, envidias, frustraciones. Ese peso nos impedirá avanzar, seamos unos seres humanos auténticos y valientes, valorando lo que tenemos, empezando por el brillo de nuestra propia vida y la gran sensibilidad que nos aportan nuestros sentidos, aprendiendo la lógica de la cadena causa-consecuencia-causa, que era el sentido común que se ha desvirtuado. Aprovechemos nuestros recursos humanos y eduquémoslos cotidianamente, no nacimos para sufrir.

Fernando Audiffred.

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